domingo, 8 de enero de 2017

Cómo un código que salió de la arena de una playa transformó el comercio

Cómo un código que salió de la arena de una playa transformó el comercio

Notas del autor. Esto va para un meme.

Yo me encontraba tranquilamente investigando cuando...
Trump hizo el ridículo al amenazar a Toyota México



Ahora fue el turno de Toyota México, que no quedó impune a las amenazas de Donald Trump.

El presidente electo de Estados Unidos lanzó una fuerte amenaza a la compañía nipona al asegurar que los altos impuestos que tendrán que pagar si fabrican el modelo Corolla para su país en tierras mexicanas.

"Toyota Motor dijo que construirá una nueva planta en Baja, México, para construir los autos Corolla para EEUU. ¡DE NINGUNA MANERA! Construya la planta en EEUU si no quiere pagar un gran impuesto en la frontera", escribió Trump en su cuenta de Twitter"

Sin embargo, tendrá que darle un vistazo a un mapa, pues la fábrica se encontrará a cientos de kilómetros del estado de Baja California. El plan original contemplaba como ubicación del complejo a Celaya, Guanajuato.

Toyota, que anunció su plan de construir la instalación mexicana en abril de 2015, no comentó inmediatamente el tuit.

Con anterioridad el jueves, los presidentes de Toyota y Honda dijeron que no tienen planes inmediatos para reducir su producción de autos en México, ya que prefieren esperar a que Trump asuma la presidencia antes de adoptar decisiones.
El articulo se encuentra en: http://www.msn.com/es-mx/autos/noticias/trump-hizo-el-rid%C3%ADculo-al-amenazar-a-toyota-m%C3%A9xico/ar-BBxXoku?li=AAggsml


Vaya vaya. Enserio esto lo explicare mejor cuando lleguemos al tema de política y economía.

Séneca

Séneca [Lucio Anneo Séneca]

(Córdoba, h. 4-Roma, 65) Filósofo hispanorromano. Perteneció a una familia acomodada de la provincia Bética del Imperio Romano. Su padre fue un retórico de prestigio, cuya habilidad dialéctica fue muy apreciada luego por los escolásticos, y cuidó de que la educación de su hijo en Roma incluyera una sólida formación en las artes retóricas, pero Séneca se sintió igualmente atraído por la filosofía, recibiendo enseñanzas de varios maestros que lo iniciaron en las diversas modalidades de la doctrina estoica por entonces popular en Roma. Emprendió una carrera política, se distinguió como abogado y fue nombrado cuestor.




Su fama, sin embargo, disgustó a Calígula, quien estuvo a punto de condenarlo en el 39. Al subir Claudio al trono, en el 41, fue desterrado a Córcega, acusado de adulterio con una sobrina del emperador. Ocho años más tarde fue llamado de nuevo a Roma como preceptor del joven Nerón y, cuando éste sucedió a Claudio en el 54, se convirtió en uno de sus principales consejeros, cargo que conservó hasta que, en el 62, viendo que su poder disminuía, se retiró de la vida pública.

En el 65 fue acusado de participar en la conspiración de Pisón, con la perspectiva, según algunas fuentes, de suceder en el trono al propio Nerón; éste le ordenó suicidarse, decisión que Séneca adoptó como liberación final de los sufrimientos de este mundo, de acuerdo con su propia filosofía.

En general, su doctrina era la de los antiguos estoicos, aunque, en numerosos aspectos, incorporó a ella su propia visión personal y hasta la de pensadores de escuelas antagónicas, como Epicuro, al que cita a menudo en términos aprobatorios; con ello no hizo sino ejemplificar el espíritu ecléctico y sintético característico del «estoicismo nuevo» propio de su época, del cual fue el máximo exponente.
La filosofía era, para él, un asunto fundamentalmente práctico, cuyo principal objetivo era el de encaminar a los hombres hacia la virtud, comunicándoles el conocimiento de la naturaleza del mundo y de su propio lugar en él para que ello los hiciera capaces de guiar sus vidas de acuerdo con la voluntad divina. En este sentido, la lógica y la física proporcionan un fundamento a la ética pero no ocupan su lugar, sino que están subordinadas a ella como lo estaban ya en el antiguo estoicismo; a este último, Séneca aporta esfuerzo, que aplica a persuadir del deber de obrar y pensar rectamente, más que a demostrar la verdad de un conjunto de enunciados éticos normativos.

Se vale, para ello, de la descripción vívida de los beneficios de la virtud y las desventajas del vicio; en la comprensión de que todos los bienes y males de este mundo son transitorios radica la autosuficiencia del verdadero sabio, quien, para conseguirla, debe liberarse de sus emociones, juicios equivocados acerca del valor de las cosas.

El tono moral de Séneca está cargado de acentos religiosos que lo aproximan al teísmo y llevaron a pensar en la posibilidad de que fuera cristiano, circunstancia que trató de probarse a través de una supuesta correspondencia con san Pablo, que resultó ser apócrifa.

En sus escritos sobre ciencias naturales trató, en particular, de los terremotos y su relación con los volcanes; aunque, en general, recogió las opiniones de los antiguos sobre diversos temas, añadió algunas reflexiones personales interesantes, como el vaticinio de una futura explicación de los cometas como verdaderos cuerpos celestes.

Fue también autor de nueve piezas dramáticas, inspiradas en modelos griegos clásicos y que son, de hecho, estudios de las tensiones emocionales a que se ven sometidos los personajes, destinadas a ser leídas más que representadas; escribió así mismo una magistral y mordaz sátira de la deificación del emperador Claudio.

SÉNECA. Biografía. [Versión electrónica] (Consultado el 08 de Enero del 2017) El articulo se encuentra en: http://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/seneca.htm

Notas del autor. Pensamiento.

A lo largo de esta investigación he descubierto y he estado aprendiendo, sin embargo.
Entre mas aprendo siento que menos conozco.
¿Que nos separa?
Vivimos en tiempos turbulentos, lo único que hago es dar mi opinión.
El mundo lleno de odio.
Los populistas, conservadores y el racismo.
¿Porque existe el racismo?
Porque tanto odio.
Estoy seguro que ustedes lo saben.
Cada uno tiene una opinión.
Nuestro punto de vista depende de lo que hemos vivido.
Ignoro las circunstancias que te han traído hasta acá pero te agradezco por leerme, mi diario y mis entradas, aveces me gustaría leer tu historia.
Debes dejar una marga en este mundo, así como los grandes pensadores que te he mostrado.

Notas del autor.

¿Que somos?
Este mundo después de milenios y miles de pensadores que han venido, reyes, imperios.
Incluso aquellos que pasan a la historia sin pena ni gloria.
Aquellos que vivieron en la pobreza y que cuyas historias han quedado enterradas.
Si tan solo pudiera descifrar a aquellos que caminaron en la sombra de los gigantes.

Cicerón. Parte XI. Obras de Cicerón.

Obras de Cicerón

·         Los 16 libros de las Epistulæ ad familiares (escritas entre el 62 y el 43 a. C.) se agrupan por destinatarios.
·         Epistulæ ad Atticum, igualmente en 16 libros (escritas entre el 68 y el 43 a. C.), dispuestos en su mayor parte por orden cronológico.
·         Epistulæ ad Quintum fratrem, en 3 libros (escritas entre el 60 y el 54 a. C.), recogen las escritas entre Cicerón y su hermano Quinto.
·         Epistolæ ad Marcum Brutum, originalmente recogidas en 9 libros.
·         De oratore (acerca de la formación del orador).
·         Orator (retrato del orador ideal).
·         Brutus, historia de la elocuencia griega y romana.
·         De optimo genere oratorum, que versa sobre el mejor tipo de elocuencia.
·         Partitiones oratoriae se refiere a las divisiones de los discursos.
·         Topica, sobre los lugares comunes de los discursos.
·         Discursos judiciales de defensa (Pro Archia poeta, Pro Roscio Amerino, Pro Murena, Pro Milone...).
·         Discursos judiciales de acusación (In Verrem, o Verrinas etc).
·         De re publica, que propone como mejor sistema político el resultante de la fusión de la «monarquía», la «aristocracia» y la «democracia». El Libro VI incluye el «Sueño de Escipión», comentado por Macrobio.
·         De legibus, sobre el derecho natural, las leyes sagradas y el orden estatal, así como sobre las funciones propias de los magistrados.
·         De finibus bonorum et malorum (Sobre el sumo bien y el sumo mal, contraposición de las teorías epicúreas, estoicas, platónicas y peripatéticas).
·         De officiis (Sobre los deberes, quizá la obra maestra de Cicerón; el último de sus tres libros es el más personal, escrito en parte bajo su aversión contra la tiranía de Marco Antonio).
·         Cato Maior De senectute (Sobre la vejez).
·         Laelius de amicitia (Sobre la amistad).
·         De natura deorum (Sobre la naturaleza de los dioses).
·         De divinatione (Sobre la adivinación).
·         De fato (Sobre el destino).
·         Catilinarias y Filípicas.
·         De inventione (Sobre la invención retórica).

·         De lege Manilia o De imperio Cn. Pompeii (Sobre la ley Manilia).

Cicerón. Parte X. Obra.

Obra

Escribió distintos diálogos sobre varios temas:

Laelius, sive De amicitia, "Lelio, o Sobre la amistad" diserta sobre este tema afirmando que la única amistad posible es entre iguales y pondera la importancia de la misma para la felicidad humana, elevando su principio a lo más digno de la naturaleza humana.

En el diálogo, Cato maior, sive De senectute (Catón el Viejo, o Sobre la vejez), manifiesta los beneficios que proporciona una vejez sana y las ventajas que reporta en experiencia y sabiduría.

Conocido es también De officiis (Sobre las obligaciones), obra que consta de tres libros, escritos en género epistolar. Estaban dirigidos a un "tú", que era su hijo Marco. El último libro es el más original y contiene un serio ataque contra los gobiernos dictatoriales; fue escrito cuando se hallaba huido de la persecución de Marco Antonio, poco antes de su muerte.

Como jurista Cicerón fue el mayor y más influyente de los abogados romanos de su época, usando de sus aptitudes en retórica y oratoria para sentar numerosos precedentes que fueron largamente usados. Como escritor, aportó al latín un léxico abstracto del que carecía, transvasó y tradujo numerosos términos del griego y contribuyó al idioma latín, transformándolo definitivamente en una lengua culta, apta para la expresión del pensamiento más profundo. Escribió numerosos Discursos, a veces agrupados por ciclos temáticos (las tres Catilinarias, las Verrinas, las catorce Filípicas contra Marco Antonio...) y bastantes tratados sobre Retórica y Oratoria, como el De oratore.

En el siglo iv de nuestra era, la lectura del Hortensius de Cicerón (obra actualmente perdida) despertó en la mente de San Agustín el espíritu de especulación. Durante el Renacimiento Cicerón fue uno de los modelos de la prosa y se leyeron ávidamente sus cuatro colecciones de cartas, conservadas y editadas por su secretario personal Tirón (al que se atribuye el perfeccionamiento de la taquigrafía), entre las cuales destacan las Epistulae ad familiares (Cartas a los familiares), donde se perciben sus veleidades políticas, sus gustos filosóficos y literarios, y la vida cotidiana de su casa y de la Roma de su tiempo, además de sus íntimas contradicciones.

Casi toda su obra manifiesta una gran preocupación sobre cuál debe ser la formación del orador, que estima que ha de ser integral y emprenderse desde la cuna, en lo que tuvo por mayor seguidor en fechas muy posteriores a Marco Fabio Quintiliano.

Como moralista, defendió la existencia de una comunidad humana universal más allá de las diferencias étnicas (Humanismo) y la supremacía del derecho natural en su obra maestra, el De officiis o "Sobre las obligaciones" y se manifestó contra la crueldad y la tortura.

Como filósofo no le satisfizo ninguna escuela griega y prefirió adoptar el pensamiento del Eclecticismo, tomando lo mejor de unos y de otros. Contrario al escepticismo radical, sostenía la necesidad de conceptos innatos e inmutables necesarios para la cohesión social y los vínculos relacionales de los individuos. Sus ideas sobre religión, expresadas en De natura deorum, (Sobre la naturaleza de los dioses), revelan sus creencias y su apoyo al libre albedrío. Casi todos sus trabajos filosóficos deben mucho a fuentes griegas, que trata con familiaridad y enriquece con su propio juicio; fue, pues, un gran divulgador y preservador de la filosofía helénica.


En política fue un republicano convencido, absolutamente enemigo de la tiranía, y se le deben obras dialogadas como el De república y De legibus ("Sobre la república" y "Sobre las leyes"). Compuso además un tratado De gloria que no se ha conservado y cuyo rastro se pierde en las manos del humanista Francesco Petrarca, que alcanzó a leerlo en la Edad Media.

Cicerón. Parte IX. La oratoria.

La oratoria

La notoriedad como orador de Cicerón en vida aumentaría tras su muerte. Pierre Grimal considera que no hubo nadie más capaz de elaborar una teoría romana de la elocuencia, descrita como vehículo de expresión e instrumento político.


El tusculano trata el tema en muchas de sus obras, tanto didácticas como teóricas, e incluso históricas - Brutus; en el que traza una breve historia de los oradores romanos más célebres hasta César, del que destaca la calidad de su expresión.

Cicerón. Parte VIII. Oposición a Marco Antonio y ejecución.

Oposición a Marco Antonio y ejecución

El 15 de marzo del año siguiente acaeció el asesinato de César, en el que no intervendría Cicerón; aunque era conocida su oposición al dictator, los tiranicidas decidieron no contar con él a causa de su conocida cautela. Fallecido César, estalló una enorme crisis política en la que Cicerón lideró a un Senado que propuso amnistiar a los conspiradores para disminuir la tensión hasta que Antonio, cónsul y responsable del testamento del dictador, tomó de nuevo el poder.
En abril, cuando el heredero de César —Octavio— retornó a Italia, Cicerón intentó sin éxito usarle contra Antonio. Cinco meses después publicó varios discursos en los que atacaba violentamente al cónsul, las Filípicas. Cicerón describe su posición en una carta a Casio, escrita ese mismo mes.
No obstante, la situación política no era la misma que en 63 a. C., y sus Filípicas no tendrían el mismo resultado que sus Catilinarias. El Senado, diezmado a causa de las luchas civiles y constituido por numerosos antonianos, rechazó declarar enemigo público al cónsul. Un año después Octavio y Antonio se reconciliaron en Módena y constituyeron un nuevo triunvirato —que recibió plenos poderes— con Lépido.

Los triunviros no tardaron en acabar con sus adversarios políticos. Octavio abandonó a su aliado y permitió que Antonio proscribiera a Cicerón. El 7 de diciembre de 43 a. C. el cónsul ordenó su asesinato, así como que su cabeza y sus manos se expusieran en los rostra del Foro, tal como había sido la costumbre en tiempos de Sila y Mario, aunque él fue el único de los proscritos en recibir tal destino. Cicerón no opuso resistencia a su ejecución, y, ofreciendo la cabeza, se limitó a pedir que se le matara con corrección. También serían eliminados su hermano, Quinto, y su sobrino; sólo sobrevivió su hijo Marco Tulio.

Sobre la muerte de Cicerón y lo que hizo Fulvia, esposa de Marco Antonio, cuenta Dion Casio:

Y cuando les enviaron la cabeza de Cicerón (pues cuando huía fue apresado y degollado), Antonio, después de dirigirle muchos y desagradables improperios, ordenó que la colocaran en un lugar destacado, más visible que las demás, en la tribuna de oradores , allí desde donde había pronunciado tantas soflamas contra él, y allí se podía ver junto con su mano derecha, que le había sido amputada, y Fulvia cogió la cabeza con las manos, antes de que se la llevaran, y, enfurecida con ella y escupiéndole, la colocó sobre las rodillas y abriéndole la boca le arrancó la lengua y la atravesó con los pasadores que utilizaba para el pelo, al tiempo que se mofaba con muchas y crueles infamias.

Cicerón. Parte VII. Guerra civil y actitud frente a César.

Guerra civil y actitud frente a César

En 50 a. C., a su regreso a la capital, una grave crisis política enfrentaba a César y a los conservadores liderados por Pompeyo. Cicerón se alineó con el picentino intentando sin éxito no distanciarse en exceso de César.
Cuando César comenzó la invasión de Italia (49 a. C.) Cicerón huyó de Roma como la mayoría de los senadores, escondiéndose en una de sus mansiones campestres. Su correspondencia con Ático expresa el desconcierto y las dudas que le atormentaron. Consideró el estallido del conflicto un desastre, independientemente de quien saliera vencedor.

César, que pretendía reunir a los senadores moderados, le escribió y le visitó en su villa, pidiéndole que volviera a la capital en calidad de mediador. Cicerón rechazó la propuesta declarándose leal partidario de Pompeyo, con el que acabó reuniéndose en el Epiro.
Plutarco escribe que Catón le recomendó permanecer en Italia, donde sería más útil para la República; el orador, consciente de que estas palabras evidenciaban su escasa importancia, decidió no intervenir directamente en los combates, y, después de Farsalia (48 a. C.), volvió a la capital y se reconcilió con César. En una carta a Varrón escrita el 20 de abril de 46 a. C. explica su papel durante la dictadura:
Si nadie se sirve de nosotros, escribiremos y leeremos sobre la constitución del Estado, y si no pudiéramos en la Curia y el Foro trataremos de servir a la patria con nuestros escritos y en nuestros libros.
Cicerón se recluyó en su residencia de Tusculum, donde se dedicó a escribir prosa y poesía, y a traducir las obras de los sabios helenos. En 46 a. C. se divorció de Terencia, para poco después contraer matrimonio con Publilia. La muerte por sobreparto de su hija mayor, Tulia (en febrero de 45 a. C.), a la que estaba muy unido, le causó una enorme pena, que plasmó en varias epístolas, y en la parte de las Quaestiones Tusculanae que trata sobre el dolor del alma. Se divorció de nuevo al ver que Publilia recibía con regocijo la noticia del fallecimiento de la hijastra.
u relación con César se tornó cada vez más distante. El dictador no era el modelo de líder ilustrado del que Cicerón escribe en De Republica, pero tampoco el cruel tirano que temía el orador; independientemente, ahora era el dueño absoluto de la República y nada parecía poder hacerse.

Dedicó un panegírico a Catón, al que llama «el último republicano», con lo que intentó desmarcarse políticamente de la administración. César le respondió mediante la publicación del Anticatón, una colección de acusaciones al pretor. Cicerón alabó la calidad literaria del escrito concluyendo un «duelo entre iguales» en palabras del orador.

En diciembre de 45 a. C. César y su séquito cenaron en la villa que Cicerón tenía en Pozzuoli. Para consuelo del orador, César quería una reunión distendida con una conversación culta e interesante en la que únicamente se tocaron temas literarios.

Cicerón. Parte VI. Proconsulado en Cilicia.

Proconsulado en Cilicia

En 53 a. C. el Senado impuso un intervalo de un lustro entre el desempeño de una magistratura y el de la promagistratura provincial correspondiente para evitar que los políticos recuperaran el dinero que invertían en las campañas electorales expoliando el territorio. Debido a la carencia de líderes en 51 a. C. los senadores decidieron enviar a administrar las provincias a excónsules que habían renunciado a ellas en el pasado. Cicerón, que rechazó su procónsulado en Macedonia, marchó a Cilicia —una pequeña provincia romana localizada en Asia Menor— donde se desempeñó sin entusiasmo, pero con rectitud.
En esta época Cilicia ocupaba el territorio correspondiente a Licia, Panfilia, Pisidia, Licaonia y la recién anexionada Chipre.
Levert escribe que Cicerón aprovechó la ocasión para poner en práctica su ideal de cómo administrar una provincia, basado en la paz y la equidad, esencialmente tributaria: visitó a los líderes de las poblaciones de todo el territorio, suprimió los impuestos abusivos, moderó la tasa de interés usuraria y entabló relaciones diplomáticas amistosas con Deiotaro I de Galacia —rey de Galacia— y Ariobarzanes de Capadocia. Asimismo, tuvo que aplastar una revuelta en el Monte Amanos, próximo a Siria, donde Antioquía estaba amenazada por las incursiones de los partos; para ello reclutó numerosas tropas y nombró legatus a su hermano, veterano de Guerra de las Galias. Tras dos meses de sitio tomó la ciudad de Pindenissus, centro de la insurrección, con lo que precipitó la capitulación de los sediciosos. Terminado el combate, los soldados aclamaron al orador como imperator, por lo que éste podía reclamar la celebración de un triunfo.

Durante el gobierno, tuvo desavenencias con su cuestor Lucio Mescinio Rufo.

Cicerón. Parte V. Crisis.

Crisis

En 62 a. C., muerto ya Catilina, decidió retirarse momentáneamente de la política, dominada entonces por radicales ambiciosos; este retiro acabó en 60 a. C., cuando declaró su oposición al triunvirato que constituyeron César, Pompeyo y Craso. En 59 a. C., año del consulado de César y Bíbulo, éste intentó neutralizar al orador nombrándole comisario responsable del reparto de las tierras de Campania entre los veteranos que combatieron contra Mitrídates. No obstante, Cicerón consideró que lo más prudente era rechazar el puesto.
En marzo de 58 a. C. sus adversarios políticos encabezados por Pisón y Clodio —con el que se enemistó durante el escándalo de la Bona Dea (62 a. C.)— le acusaron de asesinar ciudadanos romanos ilícitamente durante su consulado y coaccionaron a los senadores para que decretaran su exilio en Dirraquio (Durazzo). Lucio Ninnio Cuadrato, tribuno de la plebe aquel año, se opuso al destierro; a primeros de junio presentó una moción para el regreso del arpinate. El 25 de enero de 57 a. C. ocho tribunos de la plebe encabezados por Quinto Fabricio propusieron una ley para su regreso que se vio obstaculizada por Clodio. Sin embargo, ese mismo año otros tribunos de la plebe (entre los que se encontraba Quinto Numerio Rufo) se opusieron a su retorno.
En 56 a. C. Milón impulsó el retorno del orador, que inmediatamente reanudó su actividad como letrado en los procesos contra Publio Sestio —Pro Sestio— y Celio —Pro Caelio— implicados en los disturbios provocados por las bandas de Clodio y Milón. Cicerón se obstinó en reconstruir su casa —e incluso los senadores le indemnizaron con dos millones de sestercios— pero recuperar los terrenos iba a resultar problemático después de que Clodio erigiera un templo allí; cuando presionó para que se eliminara el carácter sacrosanto del edificio, Clodio —que en ese momento era edil— le acusó de sacrilegio ante los ciudadanos y ordenó a sus hombres que impidieran el desarrollo de las obras e incendiaran la vivienda de su hermano. Finalmente Pompeyo decidió intervenir para restablecer el orden.


Cicerón correspondió el auxilio de los triunviros con un discurso en el que apoyaba la ampliación de cinco años del proconsulado de César en la Galia que propuso Trebonio: la Lex Trebonia.

Pompeyo el Grande.
La lucha política se trasladó a la calle, donde simpatizantes de uno y otro lado —'optimates y populares— provocaron violentos disturbios que empañaron el desempeño ordinario de las elecciones.

En 52 a. C. Clodio murió asesinado en uno de estos altercados; Cicerón aceptó el caso como letrado de Milón, acusado de ordenar la muerte de su adversario. No obstante, el clima político era tan tenso que no pudo desempeñarse correctamente durante el proceso y perdió. Milón evitó la condena autoexiliándose en Massilia. Cicerón publicará años más tarde el Pro Milone, uno de los discursos más célebres del orador.

Cicerón. Parte IV. El año 63 a. C.

El año 63 a. C.

Cuando más próximo estaba a los optimates obtuvo el consulado imponiéndose en las elecciones a Catilina (63 a. C.) con la ayuda de su hermano Quinto. Con ello se convertía en el primer cónsul homo novus en treinta años, lo que irritó a ciertos aristócratas:
... porque hasta entonces lo más de la nobleza no le podía ni oír nombrar; y juzgaba que sería como degradar el consulado, si un hombre de su esfera, aunque tan insigne, llegase a conseguirle.
Como cónsul se opuso a un proyecto del tribuno radical Rulo, en virtud del cual debía constituirse una comisión de diez miembros con amplios poderes que sería responsable de dividir el ager publicus. Obtuvo la neutralidad del otro cónsul —Híbrida— muy vinculado con Catilina, al prometerle el procónsulado de la provincia de Macedonia para el próximo año. Su discurso De lege agraria contra Rullum supuso el rechazo de la proposición.
Catilina, derrotado nuevamente en las elecciones consulares de octubre de 63 a. C., decidió encabezar un golpe de Estado del que Cicerón sería informado.18 El 8 de noviembre denunció a Catilina en el Senado; iniciaría su discurso - la primera Catilinaria - diciendo:

Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? [¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?]
Ese mismo discurso contuvo una conocida sentencia del orador, célebre incluso en nuestros días:

O tempora, o mores! [¡Oh tiempos, oh costumbres!].
Consciente de que era cuestión de tiempo que le detuvieran, Catilina optó por marcharse a Etruria y encabezar desde allí a los insurrectos; en la capital quedaron numerosos cómplices del rebelde, a los que encomendó llevar a cabo el levantamiento en la ciudad.

El 9 de noviembre Cicerón publicó una nueva Catilinaria y declaró que no tomarían represalias contra los sediciosos que se entregaran en el acto. Ese mismo día los senadores aprobaron el senatus consultum de re publica defendenda, decreto adoptado en los tiempos de crisis que autorizaba a los líderes del Estado a reclutar tropas, combatir, contar con los recursos necesarios, y convertirse en la máxima autoridad civil y militar.

La crisis se acentuó cuando Sulpicio y Catón acusaron a Licinio Murena —cónsul electo para 62 a. C.— de comprar votos. Era inviable cancelar el resultado de las elecciones y llevar a cabo otra nuevas, por lo que Cicerón decidió actuar como letrado de Murena —Pro Murena— durante el proceso, en el que ironizó acerca del inflexible estoicismo de Catón en situaciones extremas:
Si todas las faltas son iguales, todo delito es un crimen; estrangular a un padre no es más que ser culpable de la muerte de una gallina...
Los conspiradores aprovecharon el proceso para comenzar el reclutamiento de hombres. Contactaron con los alóbroges con la promesa de concederles beneficios fiscales si iniciaban una revuelta en la Galia Narbonense, pero estos decidieron alertar a los senadores. Cicerón les ordenó que solicitaran a los traidores una copia escrita con las reformas a las que se comprometían, a lo que éstos accedieron. Con estas pruebas tan evidentes el cónsul denunció públicamente a los cinco conspiradores, entre los que se encontraba el ex-cónsul y pretor Léntulo Sura.

En uno de los debates los senadores —inspirados por la cuarta catilinaria— ordenaron la muerte de los rebeldes, privándoles del derecho a un proceso. César propuso la cadena perpetua, pero la opinión de Cicerón, al que apoyó Catón, prevaleció. Catilina moriría poco después en Pistoia.


En adelante Cicerón quiso ser reconocido como el salvador del Estado —Catón le llamó pater patriae («padre de la patria»)— e intentó que los romanos no olvidaran nunca el modo en que actuó durante su consulado.

Cicerón. Parte III. Comienzos de su carrera política

Comienzos de su carrera política

Empezó su carrera política en 75 a. C., cuando alcanzó el cuestorado —primer paso del cursus honorum— en Lilibea (Sicilia). No obstante en 70 a. C. es cuando comienza a ser reconocido a raíz del proceso contra Verres; Cicerón representó a los sicilianos que acusaron a éste, exadministrador de la provincia, de estar implicado en múltiples casos de corrupción y en el robo de obras de arte. El discurso de Cicerón resultó tan contundente que Verres, aunque estaba representado por el más célebre orador de la época —Hortensio— se exilió voluntariamente en Massilia (Marsella) inmediatamente después de esta primera intervención —la llamada actio prima—.


En 69 a. C. obtuvo la edilidad y en 66 a. C. la pretura. Ese mismo año defendió el proyecto de ley del tribuno de la plebe Manilio, que proponía conceder a Pompeyo el mando de la lucha contra Mitrídates; el discurso que pronunció —De Lege Manilia— le distanció de los conservadores (optimates) que se opusieron al proyecto. En ese momento Cicerón decidió liderar una «tercera vía», la de los «hombres buenos» —boni viri— entre el conservadurismo de los optimates y el «reformismo» radical de los populares; como consecuencia, la aparición en escena de populares como César o Catilina le llevó a acercarse nuevamente a los conservadores.

Cicerón. Parte II. Biografía. Formación.

Biografía

Formación

Cicerón nace el 3 de enero de 106 a. C. en Arpinum (Arpino), un municipio localizado a 110 kilómetros de la capital, en el seno de una familia plebeya elevada al ordo equester, electoralmente perteneciente a la tribu Cornelia. El padre del orador era un caballero cuya delicada salud imposibilitaba la realización de cualquier aspiración política, a causa de lo cual decidió permanecer en el campo, donde se dedicó a la literatura. De su madre conocemos el nombre, Helvia, la certeza de su pertenencia a una gens notable que contaba con dos pretores, y su temprana muerte; en una carta a su hermano Quinto, Cicerón la describe como la clásica matrona romana. El origen de su cognomen', Cicerón —de cicer, esto es, «garbanzo»—, no es claro; según Plutarco provenía de un ancestro suyo cuya nariz tenía esa forma, pero también pudiera ser que la familia comerciara de antiguo con estas legumbres.
Cuando era niño le enviaron a Roma para estudiar Derecho con los más importantes letrados del momento, como Escévola —entre cuyos alumnos se encontraban Mario el Joven, Sulpicio y Ático— o Craso Orator. Gracias a este último entró en contacto con Arquias (Aulus Licinius Archias), un poeta de Antioquía del que aprendió lo esencial de la literatura helena y adquirió el placer de la poesía. Quizá haya escrito su primera poesía a los catorce años (92 a. C.) Pontius Glaucusb lo que al parecer da verosimilitud a las palabras de Plutarco que le consideraba un alumno sobresaliente y precoz.
Asimismo, maestros como Filón de Larisa o Diodoto le brindaron una sólida formación filosófica. Como todos los ciudadanos romanos, a los diecisiete años comenzó el servicio militar bajo las órdenes de Pompeyo Estrabón —padre de Pompeyo— durante la Guerra Social. Cuando terminó el conflicto (81 a. C.) retomó los estudios.
Haría su estreno como letrado ese mismo año con el Pro Quinctio, sobre un problema sucesorio. En 79 a. C. pronunció el Pro Roscio Amerino, en el que había un ataque implícito al dictador Sila.c La increíble actuación del orador, que posibilitó que Roscio resultara libre, le llevó a determinar que lo más prudente era mantenerse apartado de la ira de Sila durante un tiempo, por lo que marchó a Grecia (79 a. C.-77 a. C.).

El primer año recibió las enseñanzas de Antíoco de Ascalón —académico ecléctico y sucesor de Filón de Larisa, muy marcado por la doctrina aristotélica y estoica—, Zenón y Fedro —epicúreos— en Atenas; y entre 78 y 77 a. C del estoico Posidonio de Apamea y del retórico Apolonio Molón en Rodas. En Atenas trabó amistad con Ático, con quien mantendrá el contacto por correspondencia durante el resto de su vida.
Por los muchos maestros que tuvo Cicerón, aplicó distintas concepciones en la resolución de problemas éticos. Sus planteamientos relativos a la moral eran cercanos al estoicismo, mientras que en gnoseología defendía un escepticismo moderado; todo ello desembocará en el eclecticismo presente en su obra, en el que sintetizará la tradición clásica que reescribirá en latín.


Finalizado el periodo de formación retórica y filosófica retornó a la capital y se casó con Terencia. Fruto de este matrimonio nacieron Tulia —esposa en su tercer y último matrimonio, de Cornelio Dolabela— y Marco.

Cicerón. Parte I.

Cicerón

Marco Tulio Cicerón (en latín, Marcus Tullius Cicero;a Arpino, 3 de enero de 106 a. C.-Formia, 7 de diciembre de 43 a. C.) fue un jurista, político, filósofo, escritor, y orador romano. Es considerado uno de los más grandes retóricos y estilistas de la prosa en latín de la República romana
Reconocido universalmente como uno de los más importantes autores de la historia romana, es responsable de la introducción de las más célebres escuelas filosóficas helenas en la intelectualidad republicana, así como de la creación de un vocabulario filosófico en latín. Gran orador y reputado abogado, Cicerón centró —mayoritariamente— su atención en su carrera política. Hoy en día es recordado por sus escritos de carácter humanista, filosófico y político. Sus cartas, la mayoría enviadas a Ático, alcanzaron un enorme reconocimiento en la literatura europea por la introducción de un depurado estilo epistolar. Cornelio Nepote destacó la riqueza ornamental de estas cartas, escritas «acerca de las inclinaciones de los líderes, los vicios de los comandantes y las revoluciones estatales», que transportaban al lector a esa época.
Constituido en uno de los máximos defensores del sistema republicano tradicional combatió la dictadura de César haciendo uso de todos sus recursos. No obstante, durante su propia carrera no dudó en cambiar de postura dependiendo del clima político. Esta indecisión es fruto de su carácter sensible e impresionable. Intemperante, era propenso a reaccionar de manera excesiva ante los cambios. El escritor Asinio Polión escribió de él:


¡Ojalá hubiera sido capaz de soportar la prosperidad con mayor autocontrol y la adversidad con mayor energía!

Notas del autor.

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Marco Julio Severo Filipo

Marco Julio Severo Filipo

Marco Julio Severo Filipo (en latín, Marcus Iulius Severus Philippus) (n 237; † 249), conocido como Filipo II o Filipo el Joven, fue el hijo y heredero al trono del emperador romano Filipo el Árabe con su esposa, la emperatriz romana, Marcia Otacilia Severa. Conforme a las pruebas numismáticas que aún perduran, tuvo una hermana llamada Julia severa o Severina, que la literatura existente no menciona.

Cuando su padre se convirtió en emperador en el 244, él fue nombrado César. En el 247 se convirtió en Cónsul, y posteriormente fue elevado por su padre al rango de Augustus y co-gobernante.


Su padre fue muerto en batalla por su sucesor Decio en el 249. Cuando la noticia de su muerte llegó a Roma, Filipo II fue también muerto por la guardia pretoriana; murió en los brazos de su madre a la edad de once años.
Filipo II
Emperador del Imperio romano
Busto di filippo junior (figlio di filippo l'arabo), 249 dc ca.jpg
Busto de Filipo II
Información personal
Nombre secularMarco Julio Severo Filipo
Reinado247 - 249
Nacimiento237
Fallecimiento249
Roma
PredecesorFilipo el Árabe
SucesorDecio
Familia
PadreFilipo el Árabe
MadreMarcia Otacilia Severa
MARCO JULIO SEVERO FILIPO. Biografía. [Versión electronica] (Consultado el 08 de Enero del 2017) Disponible en:
https://es.wikipedia.org/wiki/Marco_Julio_Severo_Filipo

Marco Aurelio

Marco Aurelio

El último gran exponente de la doctrina estoica fue el emperador Marco Aurelio. La celebración de la interioridad se evidencia claramente en su obra Meditaciones (ca. 170), que literalmente se titula "para sí mismo" (en el griego original, Τὰ εἰς ἑαυτόν-Ta eis heauton-).
Frente al sinsentido del mundo y su realidad caduca, la única vía que queda al sabio es replegarse en sí mismo, lo que da significado a la propia existencia individual. Al igual que en Séneca, en Marco Aurelio el concepto de hombre es tripartito: además del cuerpo (corpus en latín o soma en griego) se compone de otras dos partes, el espíritu (spiritus en latín o pneuma en griego, el "soplo vital") y el alma (anima en latín, psique en griego, la sede de las actividades intelectivas y que es la considerada superior -"hegemónica"-, un nivel que denomina con las palabras griegas logos, hegemonikón y nous, es el verdadero "yo", mientras que cuerpo y espíritu son más bien propiedades de ese "yo").

Como emperador, cumple estoicamente el deber que le impone su papel político, pero siente la inutilidad y el sinsentido de las acciones que no cambiarán la irracionalidad que opera en el mundo humano:
Se buscan retiros en el campo, en la costa y en el monte. Tú también sueles anhelar tales retiros. Pero todo eso es de lo más vulgar, porque puedes, en el momento que te apetezca, retirarte en ti mismo. En ninguna parte un hombre se retira con mayor tranquilidad y más calma que en su propia alma; sobre todo aquel que posee en su interior tales bienes, que si se inclina hacia ellos, de inmediato consigue una tranquilidad total. Y denomino tranquilidad única y exclusivamente al buen orden. Concédete, pues, sin pausa, este retiro y recupérate. Sean breves y elementales los principios que, tan pronto los hayas localizado, te bastarán para recluirte en toda tu alma y para enviarte de nuevo, sin enojo, a aquellas cosas de la vida ante las que te retiras. Porque, ¿contra quién te enojas? ¿Contra la ruindad de los hombres? Reconsidera este juicio: los seres racionales han nacido el uno para el otro, la tolerancia es parte de la justicia, sus errores son involuntarios. Reconsidera también cuántos, declarados ya enemigos, sospechosos u odiosos, atravesados por la lanza, están tendidos, reducidos a ceniza. Modérate de una vez.
Marco Aurelio, Meditaciones, IV. 3

Busto de Marco Aurelio.

Epicteto

Epicteto

El sentimiento de la interioridad y la religiosidad presente en Séneca y el estoicismo vuelven a aparecer en Epicteto, griego liberto que fundó una escuela de filosofía en Nicopolis, de donde llegó a Roma en el año 93 junto a otros filósofos. Su Manual, obra en la que uno de sus discípulos (el romano Flavio Arriano) recogió sus máximas, será considerado un breviario de sabiduría y espiritualidad en las edades Media y Moderna.


Tema central de su filosofía es la distinción entre las cosas que están en nuestro poder y las que no. Entre las primeras se encuentran "la opinión, el movimiento del ánimo, el apetito, la aversión; en resumen, todas esas cosas que son nuestros propios actos". Las otras son los bienes externos que, al no estar en nuestro poder, es inútil y sin sentido buscarlos, sea porque son corruptibles y contingentes, sea porque para obtenerlos nos debemos someter al poder de quien los detente, perdiendo así el bien supremo del hombre: la libertad.

Época altoimperial

Época altoimperial

El ascenso de Augusto al principado, que relegó al Senado y estableció el Alto Imperio romano, marcó el fin del proyecto cultural y político de Cicerón. La filosofía si hizo cada vez más independiente de la política y adquirió tonos individualistas ligados a la ética y el arte de vivir. Primero fue el epicureísmo el que conoció una breve fase de difusión, en particular en los ambientes neotéricos que praticaban una moderada oposición al régimen de Augusto, como el círculo de Mesala. Posteriormente fue el estoicismo el que se impuso, especialmente a través de Séneca, como ideología más adecuada a la nueva clase dirigente, y que se basaba en el rigor moral y el sentido del deber, en lugar de la vida retirada y el distanciamiento de las cosas prácticas, típicamente epicúrea. Entre tanto, el estoicismo se interesó cada vez más en las meditaciones religiosas que en el mundo greco-romano se mezclaron con intereses mágicos y mistéricos. En ese ambiente cultural se incluyó la difusión de diferentes religiones orientales, entre ellas el cristianismo; y desde el siglo II tuvieron un gran desarrollo las corrientes de pensamiento gnóstico.
Busto de Séneca, por Rubens.



Si el alma está enferma y padece por sus propios vicios, por sí misma puede terminar sus miserias. Diré al que cae en manos de un tirano, cuyas saetas apuntan al corazón de sus amigos; a aquel, cuyo señor alimenta a los padres con las entrañas de sus hijos: ¿por qué gimes, insensato, por qué esperas a que un enemigo acuda a vengarte con la ruina de tu país, o a que llegue poderoso rey de lejanas comarcas? A cualquier parte que mires encontrarás fin a tus males. ¿Ves aquel precipicio? por allí se baja a la libertad. ¿Ves esa mar, ese río, ese pozo? en el fondo de sus aguas tiene asiento la libertad. ¿Ves aquel árbol pequeño, retorcido, siniestro? en él está suspendida la libertad. ¿Ves tu cuello, tu garganta, tu corazón? salidas son para huir de la esclavitud. Pero te mostramos caminos demasiado penosos, y que exigen mucho valor y fuerza. ¿Buscas fácil vía a la libertad? en cada vena de tu cuerpo la tienes.

Séneca, De ira, III, 15.

La difícil relación entre los filósofos y el poder imperial, el declive de la vida política libre, obligaron a Séneca a continuos compromisos entre el rigor moral del estoicismo y la mediación política.

En el año 55-56, en su obra De clementia, proponía a Nerón asumir la función de monarca filántropo, formado a través de la enseñanza de la filosofía; pero apenas cinco años después, en De otio, ya había renunciado a tal proyecto, en vista del despotismo del emperador, renuncia a cualquier tentativa de educación filosófica y se refugia en la acción del sabio en la vida social, sin ningún tipo de ilusiones en la creación de un Estado ejemplar guiado por los filósofos.

Del estoicismo Séneca toma el tema de la racionalidad universal que hay en la naturaleza y en Dios, de la felicidad del sabio que sigue la razón, del cosmopolitismo que hace hermanos a todos los hombres y de la autarquía que hace al sabio libre y autosuficiente.

Pero entre el sabio y la multitud de los estultos hay un abismo que dificulta cualquier progreso de la vida civil y moral. De esta concepción pesimista se libra solo el papel de la filosofía como salvación última, como pedagogía del hombre a sí mismo, centrada en los nobles ideales de la libertad interior, que da la felicidad, y como educación del género humano, a la que Séneca si dedica en sus epístolas filosóficas.

Vuelve el tema del diálogo platónico, el coloquio del filósofo con sí mismo y con los demás.

Entre los varios temas que trata, con las inevitables oscilaciones de su pensamiento no sistemático, destacan los de la felicidad, el dolor, la vejez, la muerte y, especialmente, la esclavitud, que presenta como una institución privada de toda base jurídica, natural y racional. Considera al esclavo como a cualquier otro ser humano; en el fondo la verdadera esclavitud es la que sujeta al hombre a las pasiones y los vicios. Todos somos esclavos espiritualmente, y sólo la filosofía puede liberarnos.

También considera las diferencias sociales: "¿Qué significa caballero (equites), liberto, esclavo? Son palabras nacidas de la injusticia. De todos los rincones de la tierra se levantan hacia el cielo." (Epístolas, 31).

El suicidio es la última elección libre cuando el contraste entre la libertad del filósofo y la irracionalidad de la vida se hace irresoluble.

Pensamiento político

Pensamiento político


El Estado se rige por leyes fundadas en la ley natural. La naturaleza impone a todos vivir según la naturaleza y la razón en este orden legal-racional que pone a cada uno en el ámbito de una función social propia. La naturaleza igual de los hombres, idea estoica, no era tal para Cicerón: en su modelo político, el ciudadano, limitado por la pertenencia a su ámbito social, debe contribuir a instaurar la iustitia ("justicia") y la concordia ("concordia"). El Estado ideal para Cicerón se identifica en la práctica con las formas políticas desarrolladas a través de la historia de la Roma republicana que, siguiendo la interpretación del círculo de Escipión (a través de Polibio), se expresan en una constitución mixta de las formas de gobierno clásicas, en la que están presentes el consulado (parte "monárquica"), el Senado (parte "aristocrática") y los comicios populares (parte "democrática").

Probabilismo

Yo no soy uno de esos cuyo ánimo vaga en la incertidumbre y no sigue principios constantes. ¿Qué sería del pensamiento, o más bien de la vida, si quitásemos el método, no sólo de razonar, sino también de vivir?.

Cicerón, De officiis, II, 7.

Cicerón demanda certezas, pero al mismo tiempo no acepta los contrapuestos dogmatismos que generan fanatismo, por lo que prefiere orientarse hacia un moderado escepticismo.

La experiencia común y el sentido común, el consenso sobre la verdad compartida por todos, no son suficientes para construir ninguna doctrina; pero aunque no ciertos, son probables, y bastan para guiar un ideal político.

El eclecticismo de Cicerón

El eclecticismo de Cicerón

¡Filosofía, guía de la existencia! Indagadora de la virtud victoriosa adversaria de los vicios... Tú has hecho nacer la ciudad, has llamado a reunirse a los hombres que vegetaban dispersos, les has unido en la convivencia social... tú has revelado a los hombres la posibilidad comunicativa del lenguaje y de la escritura. Has inventado las leyes, has suscitado la comunidad, has dictado los deberes.

Marco Tulio Cicerón, Tusculanae disputationes, V, 2, 5-6.


La característica fundamental de la filosofía romana es su fin práctico-político: señalar un ideal de vida para el individuo y la sociedad. Correspondientemente al menosprecio de la teoría y el interés por los reflejos prácticos de las especulaciones racionales, los romanos entraron en contacto con una filosofía griega ya adecuada a su mentalidad. La parte del pensamiento griego con el que entraron en contacto los romanos era el de la época helenística, en la que prevalecía el escepticismo filosófico y se habían abandonado los antiguos y ambiciosos objetivos del conocimiento y de la metafísica de los grandes filósofos de la época clásica.

Un impulso decisivo a la difusión de la filosofía griega en Roma fue el que dio Marco Tulio Cicerón, que compuso en latín un grupo de obras que formaron la base de la filosofía romana.



Busto de Cicerón.
Para Cicerón, y para los que como él aspiraban a cubrir cargos políticos en el último siglo de la Roma republicana, era fundamental una formación cultural que incluyese la cultura griega. El primer acercamiento de Cicerón al pensamiento griego se realizó en el ámbito de un estoicismo muy distinto al de sus antiguos fundadores.

La escuela estoica se había introducido en Roma por Panecio de Rodas, que la había atenuado de sus rigores con la introducción de aportes platónicos y aristotélicos, dejándola así adaptada a las exigencias de formación cultural de la clase dirigente romana. La exigencia estoica de vivir según la naturaleza se transformó en la de vivir según las capacidades que la propia naturaleza nos ha dado, por las cuales el sabio se realiza moralmente participando en el gobierno del Estado como miembro de la más amplia comunidad racional que se expresa en la vida social y política.

El propio Cicerón tuvo oportunidad de seguir en Roma, hacia el año 88 a. C., al filósofo Filón de Alejandría, que sostenía un dogmatismo ecléctico de la Academia tardía, en la que el platonismo se integraba con elementos aristotélicos y estoicos. Aunque venía atenuado, el estoicismo era acusado de imposibilitar no sólo el conocimiento, sino también la vida cotidiana. La postura ciceroniana será que, aunque es siendo cierto que los sentidos engañan, también lo es que la verdad se puede comunicar con el recto uso de la razón.