Diógenes de Sinope.
Cuando
Diógenes llegó a Atenas, quiso ser discípulo de Antístenes, pero fue rechazado,
ya que éste no admitía discípulos, y ante su insistencia Antístenes le amenazó
con su bastón, pero Diógenes le dijo: no hay un bastón lo bastante duro para
que me aparte de ti, mientras piense que tengas algo que decir.
Cuando
fue puesto a la venta como esclavo, le preguntaron qué era lo que sabía hacer,
contestó "mandar, mira a ver si alguien quiere comprar un amo".
Cuando
le invitaron a la lujosa mansión le advirtieron de no escupir en el suelo, acto
seguido le escupió al dueño, diciendo que no había encontrado otro sitio más
sucio.
Cuenta
una anécdota que Alejandro Magno dijo en cierta ocasión, que de no haber sido
Alejandro, le hubiera gustado ser Diógenes.
Argumentaba
así: todo es de los dioses, los sabios son amigos de los dioses, los bienes de
los amigos son comunes, por tanto todo le pertenece al sabio.
Una
vez, que estaba tomando el sol, se paró frente a él Alejandro y le dijo: pídeme
lo que quieras. Diógenes contestó: no me quites el sol.
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