La filosofía de San Agustín
El
tema central del pensamiento de San Agustín de Hipona es la relación del alma,
perdida por el pecado y salvada por la gracia divina, con Dios, relación en la
que el mundo exterior no cumple otra función que la de mediador entre ambas
partes. De ahí su carácter esencialmente espiritualista, frente a la tendencia
cosmológica de la filosofía griega. La obra del santo se plantea como un largo
y ardiente diálogo entre la criatura y su Creador, esquema que desarrollan
explícitamente sus Confesiones (400).
Si
bien el encuentro del hombre con Dios se produce en la charitas (amor), Dios es
concebido como bien y verdad, en la línea del idealismo platónico. Sólo
situándose en el seno de esa verdad, es decir, al realizar el movimiento de lo
finito hacia lo infinito, puede el hombre acercarse a su propia esencia. Pero
su visión pesimista del hombre contribuyó a reforzar el papel que, a sus ojos,
desempeña la gracia divina, por encima del que tiene la libertad humana, en la
salvación del alma. Este problema es el que más controversias ha suscitado,
pues entronca con la cuestión de la predestinación, y la postura de San Agustín
contiene en este punto algunos equívocos.
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