Daimon y Ethos
Tal
vez los lectores se extrañen por estas dos palabras griegas. Pero ellas nos
permiten acércanos a un tema urgente: el rescate de los fundamentos de la
ética, que se contrapone al descontrol ético actual, especialmente cuando jefes
de Estado utilizan la mentira para engañar a su pueblo y ganarlo para la
perversidad de la guerra.
La
casa, para ser tal, debe tener un buen astral. Eso lo proporciona el Daimon, el
genio bienhechor. El bien que él inspira hace de las cuatro pareces y del
conjunto de las relaciones, una morada humana. Ahí nos sentimos bien, amamos y
morimos.
El
Daimon/ángel bueno, ¿qué es? Sócrates, que siempre se dejaba orientar por él,
lo llama «voz profética dentro de mí, proveniente de un poder superior», o
también «señal de Dios». Es la voz de la interioridad, aquel consejero de la
conciencia que disuade o estimula, aquel sentimiento de lo conveniente y de lo
justo en las palabras y en los actos, que se anuncia en todas las
circunstancias de la vida, pequeñas o grandes. Todos poseen el Daimon interior,
ese ángel protector que nos aconseja siempre, un dato tan objetivo como la
libido, la inteligencia, el amor o el poder.
Como
se comprende, Heráclito, como buen filósofo, deja atrás el sentido convencional
de las palabras y capta su significación escondida: la casa (ethos) acaba
siendo la ética, y el ángel bueno (Daimon), la inspiración para su vivencia.
Hay
una especie de tragedia en nuestra historia: el Daimon fue olvidado. En su
lugar, los filósofos como Platón y Aristóteles, Kant y Habermas,
propusieron sistemas éticos, con normas tenidas por universales. La voz del
ángel bueno no deja de hablar, pero es confundida con las mil otras voces, de
las religiones, de las Iglesias, de los Estados y de otros maestros…
Si
quisiéramos una revolución ética duradera debemos librar el Daimon y comenzar a
escucharlo de nuevo. En definitiva, ése es el buen sentido ético. Él nos
sugerirá cómo ordenar la casa que es la ciudad, el Estado y la Casa Común
planetaria. No hay otra salida.
¿Es
utopía? Sí, pero es la dirección correcta que apunta al camino verdadero.
Escuchar al Daimon produce paz general y hace que surja el cuidado para con
todas las cosas.
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