domingo, 8 de enero de 2017

Marco Aurelio

Marco Aurelio

El último gran exponente de la doctrina estoica fue el emperador Marco Aurelio. La celebración de la interioridad se evidencia claramente en su obra Meditaciones (ca. 170), que literalmente se titula "para sí mismo" (en el griego original, Τὰ εἰς ἑαυτόν-Ta eis heauton-).
Frente al sinsentido del mundo y su realidad caduca, la única vía que queda al sabio es replegarse en sí mismo, lo que da significado a la propia existencia individual. Al igual que en Séneca, en Marco Aurelio el concepto de hombre es tripartito: además del cuerpo (corpus en latín o soma en griego) se compone de otras dos partes, el espíritu (spiritus en latín o pneuma en griego, el "soplo vital") y el alma (anima en latín, psique en griego, la sede de las actividades intelectivas y que es la considerada superior -"hegemónica"-, un nivel que denomina con las palabras griegas logos, hegemonikón y nous, es el verdadero "yo", mientras que cuerpo y espíritu son más bien propiedades de ese "yo").

Como emperador, cumple estoicamente el deber que le impone su papel político, pero siente la inutilidad y el sinsentido de las acciones que no cambiarán la irracionalidad que opera en el mundo humano:
Se buscan retiros en el campo, en la costa y en el monte. Tú también sueles anhelar tales retiros. Pero todo eso es de lo más vulgar, porque puedes, en el momento que te apetezca, retirarte en ti mismo. En ninguna parte un hombre se retira con mayor tranquilidad y más calma que en su propia alma; sobre todo aquel que posee en su interior tales bienes, que si se inclina hacia ellos, de inmediato consigue una tranquilidad total. Y denomino tranquilidad única y exclusivamente al buen orden. Concédete, pues, sin pausa, este retiro y recupérate. Sean breves y elementales los principios que, tan pronto los hayas localizado, te bastarán para recluirte en toda tu alma y para enviarte de nuevo, sin enojo, a aquellas cosas de la vida ante las que te retiras. Porque, ¿contra quién te enojas? ¿Contra la ruindad de los hombres? Reconsidera este juicio: los seres racionales han nacido el uno para el otro, la tolerancia es parte de la justicia, sus errores son involuntarios. Reconsidera también cuántos, declarados ya enemigos, sospechosos u odiosos, atravesados por la lanza, están tendidos, reducidos a ceniza. Modérate de una vez.
Marco Aurelio, Meditaciones, IV. 3

Busto de Marco Aurelio.

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