III. EL PIRRONISMO
Pirrón
de Elis (360-270) fundó una escuela que tuvo escasa duración pero que dio
origen a una corriente de pensamiento, el escepticismo, representativa de
muchas posiciones y planteamientos posteriores en filosofía. Aunque ya en los
sofistas había pensadores típicamente escépticos -Gorgias, por ejemplo-, fue
Pirrón quien asumió el escepticismo como posición filosófica radical. Se oponía
así a los filósofos que él consideraba «dogmáticos», aquellos que se creían
seguros de haber encontrado la verdad, porque él entendía la filosofía como una
búsqueda o indagación (sképsis) continua, que nunca termina, porque la búsqueda
filosófica es una lucha permanente contra los dogmáticos que creen haber
hallado la verdad definitiva ("fundamentalistas").
Pirrón
atribuye a nuestras sensaciones sólo un valor relativo (sólo nos muestran «el
modo como aparecen» las cosas ante nuestros sentidos, pero no las cosas tal
como son en sí mismas. Todas nuestras opiniones se basan en la tradición y son
convencionales. Por eso no hay razones para considerar a una más verdadera que
su contraria. La única actitud sensata sería suspender el juicio (epoché) y no decir
nada ( aphasía). Desde esta concepción de la verdad, Pirrón propone una ética
de la imperturbabilidad (ataraxía): ya que no podemos saber nada con certeza
acerca de las cosas del mundo, lo apropiado es mantener una absoluta
indiferencia ante las cosas, para que ninguna percepción o vana opinión
perturbe nuestro ánimo. Intentando responder a los mismos problemas que afrontó
el estoicismo y el epicureísmo, Pirrón propuso que sólo el escéptico puede ser
feliz y substraerse a las angustias de la vida.
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