El eclecticismo de Cicerón
¡Filosofía, guía de la existencia! Indagadora de la
virtud victoriosa adversaria de los vicios... Tú has hecho nacer la ciudad, has
llamado a reunirse a los hombres que vegetaban dispersos, les has unido en la
convivencia social... tú has revelado a los hombres la posibilidad comunicativa
del lenguaje y de la escritura. Has inventado las leyes, has suscitado la
comunidad, has dictado los deberes.
Marco Tulio Cicerón, Tusculanae disputationes, V, 2,
5-6.
La
característica fundamental de la filosofía romana es su fin práctico-político:
señalar un ideal de vida para el individuo y la sociedad. Correspondientemente
al menosprecio de la teoría y el interés por los reflejos prácticos de las
especulaciones racionales, los romanos entraron en contacto con una filosofía
griega ya adecuada a su mentalidad. La parte del pensamiento griego con el que
entraron en contacto los romanos era el de la época helenística, en la que
prevalecía el escepticismo filosófico y se habían abandonado los antiguos y
ambiciosos objetivos del conocimiento y de la metafísica de los grandes
filósofos de la época clásica.
Busto de Cicerón.
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La
escuela estoica se había introducido en Roma por Panecio de Rodas, que la había
atenuado de sus rigores con la introducción de aportes platónicos y
aristotélicos, dejándola así adaptada a las exigencias de formación cultural de
la clase dirigente romana. La exigencia estoica de vivir según la naturaleza se
transformó en la de vivir según las capacidades que la propia naturaleza nos ha
dado, por las cuales el sabio se realiza moralmente participando en el gobierno
del Estado como miembro de la más amplia comunidad racional que se expresa en
la vida social y política.
El
propio Cicerón tuvo oportunidad de seguir en Roma, hacia el año 88 a. C., al
filósofo Filón de Alejandría, que sostenía un dogmatismo ecléctico de la
Academia tardía, en la que el platonismo se integraba con elementos
aristotélicos y estoicos. Aunque venía atenuado, el estoicismo era acusado de
imposibilitar no sólo el conocimiento, sino también la vida cotidiana. La
postura ciceroniana será que, aunque es siendo cierto que los sentidos engañan,
también lo es que la verdad se puede comunicar con el recto uso de la razón.
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