domingo, 8 de enero de 2017

El eclecticismo de Cicerón

El eclecticismo de Cicerón

¡Filosofía, guía de la existencia! Indagadora de la virtud victoriosa adversaria de los vicios... Tú has hecho nacer la ciudad, has llamado a reunirse a los hombres que vegetaban dispersos, les has unido en la convivencia social... tú has revelado a los hombres la posibilidad comunicativa del lenguaje y de la escritura. Has inventado las leyes, has suscitado la comunidad, has dictado los deberes.

Marco Tulio Cicerón, Tusculanae disputationes, V, 2, 5-6.


La característica fundamental de la filosofía romana es su fin práctico-político: señalar un ideal de vida para el individuo y la sociedad. Correspondientemente al menosprecio de la teoría y el interés por los reflejos prácticos de las especulaciones racionales, los romanos entraron en contacto con una filosofía griega ya adecuada a su mentalidad. La parte del pensamiento griego con el que entraron en contacto los romanos era el de la época helenística, en la que prevalecía el escepticismo filosófico y se habían abandonado los antiguos y ambiciosos objetivos del conocimiento y de la metafísica de los grandes filósofos de la época clásica.

Un impulso decisivo a la difusión de la filosofía griega en Roma fue el que dio Marco Tulio Cicerón, que compuso en latín un grupo de obras que formaron la base de la filosofía romana.



Busto de Cicerón.
Para Cicerón, y para los que como él aspiraban a cubrir cargos políticos en el último siglo de la Roma republicana, era fundamental una formación cultural que incluyese la cultura griega. El primer acercamiento de Cicerón al pensamiento griego se realizó en el ámbito de un estoicismo muy distinto al de sus antiguos fundadores.

La escuela estoica se había introducido en Roma por Panecio de Rodas, que la había atenuado de sus rigores con la introducción de aportes platónicos y aristotélicos, dejándola así adaptada a las exigencias de formación cultural de la clase dirigente romana. La exigencia estoica de vivir según la naturaleza se transformó en la de vivir según las capacidades que la propia naturaleza nos ha dado, por las cuales el sabio se realiza moralmente participando en el gobierno del Estado como miembro de la más amplia comunidad racional que se expresa en la vida social y política.

El propio Cicerón tuvo oportunidad de seguir en Roma, hacia el año 88 a. C., al filósofo Filón de Alejandría, que sostenía un dogmatismo ecléctico de la Academia tardía, en la que el platonismo se integraba con elementos aristotélicos y estoicos. Aunque venía atenuado, el estoicismo era acusado de imposibilitar no sólo el conocimiento, sino también la vida cotidiana. La postura ciceroniana será que, aunque es siendo cierto que los sentidos engañan, también lo es que la verdad se puede comunicar con el recto uso de la razón.

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