domingo, 8 de enero de 2017

Época altoimperial

Época altoimperial

El ascenso de Augusto al principado, que relegó al Senado y estableció el Alto Imperio romano, marcó el fin del proyecto cultural y político de Cicerón. La filosofía si hizo cada vez más independiente de la política y adquirió tonos individualistas ligados a la ética y el arte de vivir. Primero fue el epicureísmo el que conoció una breve fase de difusión, en particular en los ambientes neotéricos que praticaban una moderada oposición al régimen de Augusto, como el círculo de Mesala. Posteriormente fue el estoicismo el que se impuso, especialmente a través de Séneca, como ideología más adecuada a la nueva clase dirigente, y que se basaba en el rigor moral y el sentido del deber, en lugar de la vida retirada y el distanciamiento de las cosas prácticas, típicamente epicúrea. Entre tanto, el estoicismo se interesó cada vez más en las meditaciones religiosas que en el mundo greco-romano se mezclaron con intereses mágicos y mistéricos. En ese ambiente cultural se incluyó la difusión de diferentes religiones orientales, entre ellas el cristianismo; y desde el siglo II tuvieron un gran desarrollo las corrientes de pensamiento gnóstico.
Busto de Séneca, por Rubens.



Si el alma está enferma y padece por sus propios vicios, por sí misma puede terminar sus miserias. Diré al que cae en manos de un tirano, cuyas saetas apuntan al corazón de sus amigos; a aquel, cuyo señor alimenta a los padres con las entrañas de sus hijos: ¿por qué gimes, insensato, por qué esperas a que un enemigo acuda a vengarte con la ruina de tu país, o a que llegue poderoso rey de lejanas comarcas? A cualquier parte que mires encontrarás fin a tus males. ¿Ves aquel precipicio? por allí se baja a la libertad. ¿Ves esa mar, ese río, ese pozo? en el fondo de sus aguas tiene asiento la libertad. ¿Ves aquel árbol pequeño, retorcido, siniestro? en él está suspendida la libertad. ¿Ves tu cuello, tu garganta, tu corazón? salidas son para huir de la esclavitud. Pero te mostramos caminos demasiado penosos, y que exigen mucho valor y fuerza. ¿Buscas fácil vía a la libertad? en cada vena de tu cuerpo la tienes.

Séneca, De ira, III, 15.

La difícil relación entre los filósofos y el poder imperial, el declive de la vida política libre, obligaron a Séneca a continuos compromisos entre el rigor moral del estoicismo y la mediación política.

En el año 55-56, en su obra De clementia, proponía a Nerón asumir la función de monarca filántropo, formado a través de la enseñanza de la filosofía; pero apenas cinco años después, en De otio, ya había renunciado a tal proyecto, en vista del despotismo del emperador, renuncia a cualquier tentativa de educación filosófica y se refugia en la acción del sabio en la vida social, sin ningún tipo de ilusiones en la creación de un Estado ejemplar guiado por los filósofos.

Del estoicismo Séneca toma el tema de la racionalidad universal que hay en la naturaleza y en Dios, de la felicidad del sabio que sigue la razón, del cosmopolitismo que hace hermanos a todos los hombres y de la autarquía que hace al sabio libre y autosuficiente.

Pero entre el sabio y la multitud de los estultos hay un abismo que dificulta cualquier progreso de la vida civil y moral. De esta concepción pesimista se libra solo el papel de la filosofía como salvación última, como pedagogía del hombre a sí mismo, centrada en los nobles ideales de la libertad interior, que da la felicidad, y como educación del género humano, a la que Séneca si dedica en sus epístolas filosóficas.

Vuelve el tema del diálogo platónico, el coloquio del filósofo con sí mismo y con los demás.

Entre los varios temas que trata, con las inevitables oscilaciones de su pensamiento no sistemático, destacan los de la felicidad, el dolor, la vejez, la muerte y, especialmente, la esclavitud, que presenta como una institución privada de toda base jurídica, natural y racional. Considera al esclavo como a cualquier otro ser humano; en el fondo la verdadera esclavitud es la que sujeta al hombre a las pasiones y los vicios. Todos somos esclavos espiritualmente, y sólo la filosofía puede liberarnos.

También considera las diferencias sociales: "¿Qué significa caballero (equites), liberto, esclavo? Son palabras nacidas de la injusticia. De todos los rincones de la tierra se levantan hacia el cielo." (Epístolas, 31).

El suicidio es la última elección libre cuando el contraste entre la libertad del filósofo y la irracionalidad de la vida se hace irresoluble.

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